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Veo a mi sobrino salir de su pieza y me saluda guiñando el ojo, esta con hambre, el aroma a la pizza napolitana le hace sonar las tripas tan fuertes que las escucho, aunque estemos lejos. Allá, en una silla en el patio, ve a su mamá sentada con los brazos en la mesa y sale a hablar con ella...


-Hijo, ¿cómo estás? mirá vino la tía, está haciendo las pizzas que tanto te gustan. Dice Camila mientras mira a un punto fijo con sus grandes ojos vacíos.


-¡Hola má! Todo bien... Me mata el olorcito…¿quién me ha traído? Te juro que ésta sí es la última vez, ahora que conocí a mi papá quiero cambiar.

 
-Te has ido solo y has vuelto igual, vos sabés que aquí siempre te espero. La escucho decir bajito, sin ver a mi sobrino.


-Má… mi viejo no es como me lo pintaste, se porta de diez y me da todo lo que quiero… encima creo que le movés el piso porque le brillaron los ojos cuando le mostré una foto tuya  en mi celular... Así que vieja, muy equivocada estabas... Ella está haciendo una mueca, como quien recuerda algo lindo que no fue.


Rechina el portón y mi prima levanta la mirada del mantel, Augusto se da la vuelta y saluda a su papá que está entrando, pero no le responde. Yo los estoy viendo desde la cocina pero necesito salir lo más rápido posible ahora que Pedro dice:


-Escúchame bien, no sé de dónde vá a sacá la guita vo´ pero a mí me la va a devolvé, ese pendejo solamente tenía que entregá la bolsa y se la tomó a toda, ahora encima que la debo, tengo que pone pa´l cajón de ese estúpido… era igual que vó, no servía pa´nada. 
 
Augusto me mira. Unos hombres le pasan cerca con una corona de flores que dice su nombre y unos velones gigantes, no entiende nada, pide respuestas a su madre que no lo escucha, mira aterrado a su padre al que desconoce y yo que estoy aquí sin poder abrazarlo, no encuentro las palabras para poder explicarle todo lo que ha pasado y sólo me sale decir:
-Siempre vas a contar conmigo mi vida, es cierto que soy medio bruja y puedo hablar con los que ya no están, también es verdad que tu mamá te ama y que nunca mintió al decirte que tu viejo no valía la pena.

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