
Hace años que no vivo en el barrio, pero a Chicho, (al que le hecho toda la culpa), lo sigo viendo, a veces le alcanzo algo de comer, como el martes pasado cuando casi se lo lleva la policía por estar molestando en el centro, le compré un sanguche de mortadela, que se acabó en dos mordiscos, generalmente no se acuerda quién soy, pero esa vez sí lo hizo y no sé por qué me empezó a contar lo que había pasado aquella tarde en la que se peleó con Pedro, cuando le pegó, le robó y comenzó todo…
-¡No chango soltá! Ya t'i dicho que no, ¿qué no entendé? No puedo me va´ a meté en un quilombo, esto es pa' vendé, no pa' fiá…
y un puño cruzó el aire entre estos dos que discutían, impactando en la boca de Pedro, que no quería fiar y que había descuidado su guardia por lo que se encontraba ya en el suelo medio confundido y sin entender qué había pasado MIENTRAS la bolsita que había cuidado tanto, desapareció entre las manos de Chicho que corría sintiéndose un héroe porque le había “afanao a uno de los pesados del barrio”, como me dijo mientras se sacaba las migas de la cara con su mano roñosa.